jueves, 17 de julio de 2014

EL PIANO


La figura se recorta de perfil a la luz mortecina del crepúsculo a través de la ventana vieja; tiene los labios fruncidos, como ocurre cuando se concentra lo suficiente. La mirada, oscura y profunda, fija en el piano que tiene delante; sus dedos se deslizan hábiles, creando una melodía fiera.
Me mira, y lo hace un contacto tan intimo que me estremece; luego sus labios se mueven con suavidad.
-Siéntate a mi lado-Dice con su voz profunda
Con timidez me dirijo hasta él y me siento en el extremo más alejado del banco, pero es tan pequeño que nuestras rodillas casi se tocan. Aunque miro directamente el piano siento el peso de su mirada, algo en mi interior ruje furioso. No me atrevo a mirarle, está más cerca de lo que lo he tenido nunca y temo no soportarlo.
De pronto siento su respiración agitada en el cuello; su olor provoca que todos mis músculos se contraigan involuntariamente. Trago saliva. Siento que está tejiendo un mundo solo para nosotros, pero no me atrevo a entrar en él.
Me roza la mejilla con la nariz y se me pone la piel de gallina; algo me atenaza el estómago. Me giro, quedando enfrentada con él.
Sus ojos marrones son más profundos que nunca, me atraviesan el alma, arden, consumidos en el deseo y, al mismo tiempo, parecen sobrios y calmados. Alza la barbilla ligeramente y yo le imito, como un reflejo. Repetimos la acción a la inversa. Por el rabillo del ojo veo como alza la mano hasta mi cadera; pero no la toca, se queda a unos milímetros y va subiendo lentamente. Una descarga repentina me recorre, aprieto los dientes, luchando por no perder la compostura.
-Estas temblando- su cálido aliento me cosquillea los labios
-Tú también- logro articular
Ríe, una mezcla entre un suspiro y una carcajada, tiene una sonrisa preciosa; siempre me ha gustado. Entrecierra los ojos y se acerca un poco más a mí. Soy incapaz de respirar, me he olvidado de cómo se hace, solo puedo pensar en que está a punto de besarme.

Suena el móvil, vibrando insistente en mi bolso. Ambos damos un respingo y, mientras me levanto para cogerlo se que aquella situación no volverá a pasar, al menos en mucho tiempo. 

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