Escenas

La muerte del inmortal

Me llevaron en volandas hasta un coche negro y alargado, tras de mi oía los llantos de Jessica, me llamaba desesperadamente con gritos desgarrados; me metieron en el coche y deje de oír sus lamentos. Me ataron las manos; la cuerda me quemó las muñecas, estaba hecha con sus alas, apoyé las manos en los cristales tintados queriendo ver por última vez a Jessica, pero los ángeles entraron en el coche, sentí un fuerte golpe en la nuca y todo se tornó negro.

Lamenté que lo único que había visto aquella mañana Jessica de mi había sido la cobardía  y sumisión, me había odiado y con razón; recordé el brillo de sus ojos cuando aseguraba que yo era fuerte, y la decepción cuando me había vendido a los ángeles, cuando me había rendido...Le había hecho mucho daño, le había ocultado demasiado, pero era por su bien, aunque no lo entendería nunca del todo, y lo comprendía.

Desperté dando profundas bocanadas de aire, intentando que el oxigeno llenase mis pulmones; tenía una bolsa en la cabeza, atada con un fuerte nudo entorno al cuello.

Alguien me puso de rodillas en un suelo frio e irregular, y me encadenaron con los brazos formando una "Y", yo me dejaba hacer, sin mover un musculo, como un guiñapo, me quitaron la bolsa de la cabeza, moví el pecho de forma convulsa, intentando que el aire inundase mis pulmones. Alguien se plantó frente a mí y se agachó apoyando las manos en mis hombros, el fatigado cuerpo cedió al peso, mi cabeza estaba a la altura de su estomago.

- Cobarde- dijo agachándose hasta situar nuestras miradas a la misma altura- Esta vez ni siquiera has luchado

El sonido de su voz llegaba a mí como un eco lejano, la imagen enfocaba y desenfocaba, era Cam, un joven ángel.

- ¿Está cómodo el "príncipe"?- dijo en tono burlón

Algo recorrió entonces mi cara y la comisura de los labios, y fue a parar al suelo con un ligero chapoteo, sangre, me habían golpeado la cabeza. Las manos de Cam me quemaban los hombros, el dolor era intenso.

- Veamos- se llevó el índice a los labios- Dios me dijo que me adaptase al guion, este tiene tres puntos- hizo presión sobre mí- Punto uno.

Se irguió y su rodilla fue a parar a mi estomago de forma enérgica, de mi garganta salió un sonido a medio camino entre un gruñido y un alarido, por unos segundos me quedé sin respiración.

-Punto número- se alejó un poco de mi- dos.

Cogió carrerilla con la pierna izquierda hacia atrás como un futbolista chutando penalti. La punta de su zapato fue a parar entre dos de mis costillas, esta vez sí lancé un alarido de dolor.

- Punto tres- rió maliciosamente, con una voz oscura y apagada, casi escupiendo las palabras.
Se alejó  tres pasos y pronto tres ángeles se me echaron encima inmovilizándome las piernas y la cabeza, note un pinchazo en el brazo izquierdo, me estaban drogando, me rompieron la camiseta, vi de reojo, en mis hombros, las marcas de las manos de Cam, como grabadas a fuego.

- Y el toque final- oí  otro ángel levemente.

Las cadenas que me retenían se elevaron dejándome a dos palmos por encima del suelo. El acero de los grilletes rasgaba mi piel poco a poco, destrozándome las muñecas, los brazos, ya cansados, intentabas separarse del resto del cuerpo y me costaba respirar.

- ¡Vaciadle!- ordenó una voz grave

Aquellas palabras me trajeron atroces recuerdos, ya había pasado por aquello "¡NO! ¡NO! ¡NO!" gritaba por dentro pero el sonido moría en mi garganta "¡NO!" Vi como cogían, un cuchillo de un marfil azulado, el marfil angélico, lo dirigían a mi "¡NO!" Me agitaba por dentro queriendo impedir que me tocasen la piel, pero solo podía observar, soñoliento. Mi desesperación aumentaba a cada minuto ¡Me volvería loco!

"Se fuerte" Siseó la voz del recuerdo a mi oído, era la voz de Jessica. Jessica, quise aferrarme a ella, a su recuerdo. Cerré los ojos. Sentí su mano deslizándose sobre mi pecho, repasándome el contorno de la clavícula, deslizándose desde mis hombros hasta las muñecas...

Abrí los ojos, sintiendo un tacto real, el del cuchillo en mi piel, en los antebrazos. Me desesperé, la ansiedad estaba latente, oía mi corazón bajo los oídos."Bum, bum". El filo comenzó a desgarrar la superficie, siguiendo la línea de las cicatrices que ellos mismos me había echo antaño.

Cerré los ojos "prométeme que nunca me abandonarás" me susurró Jessica. Estaba acostada esa tarde, con la mirada puesta en mí; recordé la serenidad de su cuerpo, la comisura de sus labios formando una cálida sonrisa; sentí el tacto de su pelo, deslizándose sedosa entre mis dedos, la presión que ejercían sus labios contra los míos....
El cuchillo ya no desgarraba, si no que cortaba, cansado de arañar en el dolor y haciendo ahínco en él. Noté como crujía al chocar contra el musculo, y continuaba sin piedad separando la carne del hueso. Apreté los dientes tan fuerte que creí que me romperían, quise gritar, gritar todo los que diesen mis pulmones y más, pero nada salió de mis labios sellados. La hoja continuaba su avance, hasta el inicio de las muñecas, implacable, partiendo venas y capilares, cortando tendones y nervios, lo cual aumentaba el dolor. La sangre negruzca salía a borbotones corriendo por el brazo y formando grandes charcos en el suelo. Esta vez no se habían conformado con simples cortes, esta vez me matarían. De pronto todo se tornó borroso

"¿Así es como comienza la muerte de un inmortal?" me pregunté antes de que mi cerebro se bloquease, todo se sumiese en la negrura y el desconcierto y la muerte me acogiese entre sus fríos brazos.

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En la oscuridad de la vida


La niebla devoraba poco a poco la ciudad de Londres la tarde en que nació Annatheme; el cielo levantaba entre los tejados como  un mustio velo gris y los demonios de la oscuridad engullían sin piedad las sombras que remataban otro día rutinario.

Y fue en alguna esquina del mapa de la ciudad donde Anna tomó su primera bocanada de aire; en medio de todas aquellas fábricas humeantes que parecían salidas de averno, tan cerca y al mismo tiempo tan lejos del siglo XVIII. Esqueletos vivían a duras penas, abandonados a su suerte por Lucifer, arrastraban sus desnudos huesos, recubiertos por pellejo sucio, por calles llenas estiércol, más bestias que humanos  gruñían a sus semejantes por una cola de rata en descomposición.

Un perro duraría allí lo que una exhalación, pues antes de echar a correr por entre los cadáveres vivientes que permanecían echados boca abajo en la carretera, le hincarían, sin dudarlo, los pocos y podridos dientes que les quedaban, a tan suculento manjar.

La actividad del lugar se intensificaban al amparo de las sombras, cuando los pequeños desnutridos salían de detrás de la basura, de los huecos hechos en la tierra y vagaban por la ciudad, lanzando gruñidos para hablar, devorando las sobras malolientes que los viandantes echaban a los gatos callejeros.

Y entre aquellos informes y harapientos guiñapos era difícil imaginar algo bello, una criatura dulce, cándida e inocente, que luchaba por sobrevivir mamando de un cadáver inmóvil 
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Despedida


Le miré con ojos encharcados en lágrimas, pero giró la cara para evitarme

-Devon no te vallas- le supliqué

Abrió la puerta de la entrada y puso un pié fuera

-Lo siento, pero esté es el precio que debo pagar- su voz era suave y prácticamente inaudible

-Por favor- suplique por ultima vez

Pero no me hizo caso...y la puerta se cerró tras él; fue entonces cuando sentí un golpe repentino, cerré fuerte los ojos y me caí al suelo envolviéndome en mi misma, queriendo desaparecer del mundo.Con una mezcla de sentimientos entre la rabia, desazón y anhelo.

Sintiéndome vacia, como si, con aquel portazo se hubiese llevado mi alma y los retazos putrefactos de su recuerdo no lograse tapar el profundo  abismo que había dejado en mi ser. Tras la cortina de lagrimas miré la puerta por la que se había ido hacía unos segundos...quise gritarle muchas cosas pero la falta de aire y el llanto entrecortado  no me permitieron ni tan siquiera emitir algún sonido.

Lo único que me quedaba en aquellos momentos era el olor que había quedado impregnado en sus camisetas, y el vago recuerdo de mi penosa existencia.------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

El beso



































EL BESO
Al estar cerca de él, su olor me envolvió y me atacó un irresistible impulso, como si una fuerza física me arrastrara hacia él, me puse de puntillas para salvar la altura que me sacaba y le besé.

Al principio se quedó allí, parado, con el ceño fruncido, como impresionado por mi reacción.Pero luego me agarro y me puso contra la pared y comenzó a besarme de una forma como estudiada previamente, pero aun así suave y perfecto.

Un escalofrío recorió mi espina dorsal e hizo que se me pusiese la piel de gallina, aferré su nuca para pegarlo más a mí; si eso era posible, y hundí los dedos en su pelo negro, tenia una sensación de frenesí que me hacia necesitar cada vez más y más de él, creí que me arderían los labios.

De pronto dejó de besarme y me miró fijamente con aquellos preciosos ojos color hierva; reflejaban algo más que 19 años de vida; eran sabios seguros en sí mismo y expertos, pero también sufridos como si pasasen por mucho dolor.

Sin dejar de aguantarme la mirada me beso otra vez, intensamente como si quisiese que nuestros labios se pegaran y no separarnos nunca.Mi mano actuó con vida propia deslizándose por su espalda, debajo de la camiseta; me tumbó en la cama de forma suave pero violenta a la vez, le mire otra vez de forma penetrante; me encantaba aguantarle la mirada.Nuestro contacto visual se cortó cuando comenzó a besarme el cuello poco a poco, despacio y rápido a un tiempo.

-No deberías haberte puesto esto hoy-Me dijo entre beso y beso mientras subía a mis labios de nuevo

-Por qué?-No comprendí 
-Alguien podría quitártelo- me susurró con una voz tremendamente sensual al oído.




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